Los lagartos de las Islas Canarias pertenecen en su totalidad al género Gallotia, de los pocos endémicos en el archipiélago. Estos reptiles suponen un componente esencial de los ecosistemas locales, ya que desempeñan funciones ecológicas fundamentales en el territorio como dispersores de semillas y controlando las poblaciones de invertebrados. Es por esto que la disminución de sus poblaciones provoca efectos en cascada en el funcionamiento de los ecosistemas canarios.

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Mientras que las especies de menor tamaño continúan siendo las más extendidas por el territorio insular,  las especies de lagarto gigante están desapareciendo poco a poco del archipiélago. Desde los años 90, diversas investigaciones han intentado localizar todas las poblaciones de lagartos gigantes que sobreviven en el archipiélago. Además, en el caso de La Gomera y El Hierro, se han puesto en marcha programas de recuperación para conservar las sus diezmadas poblaciones. Sin embargo, en los últimos años ha comenzado a agravarse la situación que atraviesa el lagarto de Gran Canaria (Gallotia stehlini) recientemente señalado como en peligro crítico de extinción por la UICN en su actualización anual de su Lista Roja de Especies Amenazadas, debido en gran medida a la expansión de la culebra real de California en la isla de Gran Canaria, que se alimenta y está exterminando a este reptil. Los expertos coinciden en que los lacértidos de mayor tamaño que han sobrevivido en el archipiélago hasta la actualidad lo han hecho a costa de quedar recluidos en zonas escarpadas con poblaciones muy reducidas debido a la depredación de especies invasoras, que vinieron sumarse a un posible declive provocado por cambios climáticos. En el caso del lagarto de Gran Canaria, estudios científicos señalan que ha sobrevivido debido a su comportamiento antidepredador, siendo la especie más agresiva y con mayor velocidad de huida frente a la invasión de la culebra real de California.​​​